Semana santa, buen tiempo, salidas en grupo, salidas al campo…Son expresiones que suelen ir acompañadas de la “moto”.

Y es que con la llegada de Abril, llega el buen tiempo, el frío es menos intenso, las tardes se alargan y es que a los que nos gustan las motos nos empieza a comer el nervio para sacar a pasear a nuestra amiga de 2 ruedas.

¡Pero cuidado! Si durante la temporada de invierno hemos tenido parada nuestra moto, primero tendremos que llevarla al taller para hacerle una puesta apunto. En nuestros caso la llevamos a Servi-Rapid Xàtiva.

En la puesta a punto revisaremos 5 puntos esenciales: neumáticos, iremos, transmisión, batería y como no el motor.

Neumáticos

Puede ser que tu moto tenga todas las revisiones al día y que te falten más de tres mil kilómetros para la siguiente, o que la vida de tus neumáticos no haya llegado aún a lo estimado por el fabricante. Sin embargo, no es raro encontrarte con algunos pequeños imprevistos, por ejemplo si no has tocado la moto en todo el invierno —en según qué provincias es lo más normal. En primer lugar comprueba el estado y la presión de los neumáticos. A veces, de tanto tiempo que han estado sin usarse, la goma se reseca y se endurece, y puede ser recomendable hacer un cambio antes de lo previsto. Más vale no escatimar ni un euro en esto, pues los neumáticos son quienes nos ponen en contacto con el asfalto.

Frenos

Una vez nos hemos asegurado de que la presión, el dibujo y el estado de las gomas son los oportunos, otro aspecto igual de relevante para nuestra seguridad es la frenada. Aunque las pastillas también pueden secarse y perder parte de su rendimiento con el desuso, no es raro que vuelvan a rendir correctamente tras un breve rodaje.
Uno de los aspectos clave es que su grosor sea el adecuado. Muchas veces parece serlo, pero en realidad no lo es. En parte esto es debido a que no se desgasta de la misma manera la pastilla de dentro que la de fuera, ni el desgaste es del todo homogéneo. Vamos, que puede parecer que están en buenas condiciones cuando, si nos fijamos mejor, están en las últimas por alguno de sus costados. Además, es habitual que la frenada siga siendo más o menos correcta y que no lo notemos, pero el disco se puede llevar algunas ralladas que bien podríamos habernos ahorrado.
Por supuesto que el nivel de líquido de frenos debe estar entre el máximo y el mínimo. Como es un circuito cerrado, si ha bajado mucho seguramente será por pérdida. En tal caso, lo mejor es ir directamente a nuestro mecánico de confianza.

Transmisión

Otro aspecto clave para el correcto funcionamiento de la moto es el estado de la cadena de la transmisión (en este sentido, las correas requieren mucha menos atención, por no mencionar la transmisión por cardán). Lo básico es comprobar que la tensión sea la correcta —pero con un mínimo de holgura— y que carezca de suciedad. Aunque raro será que lo hagamos siempre como es debido, a la hora de engrasarla lo ideal sería limpiarla previamente, por ejemplo con un pincel con gasolina, antes de aplicar la grasa. Podemos aplicar tanto grasa convencional como en spray, aunque la primera suele mantenerse más tiempo en la cadena.
Esta es una de las acciones más rutinarias que debemos llevar a cabo. Una transmisión en perfecto estado es crucial para el funcionamiento óptimo de la moto. Dejar de lado este punto supone dejarse algo de potencia por el camino, además de que una transmisión en mal estado se gasta más rápidamente.

Batería

En ocasiones, la primera decepción de la temporada puede ser una batería que no funciona. Simplemente puede ser debido a una pérdida de carga, así que lo normal es que baste con recargarla, sin más. De todos modos, que haya perdido la carga también puede ser una señal inequívoca de algo más grave. En tal caso puede ser que tengamos que cambiarla por una de nueva y que no nos baste con volverla a cargar, o incluso tener que revisar otro tipo de componentes tan importantes para el buen funcionamiento de la parte eléctrica, como el regulador de corriente.

Motor

Claro está que muchos de nosotros bien haríamos en no entrometernos mucho en temas mecánicos más complejos; para esto tenemos nuestro taller de confianza. Pero no cuesta nada comprobar que el motor goza de buena salud. Lo más elemental en este sentido es comprobar el nivel de aceite, bien por el ojo de buey o con la varilla. El mejor momento para hacerlo es con el aceite templado, máximo unos diez minutos después de haber parado el motor.
Igual de importante es comprobar que no suda por ninguna junta, o que no deja gotas de aceite o de gasolina en el suelo. Un aceite en perfecto estado es el mejor regalo que le podemos hacer a nuestra moto. De hecho, con aceite nuevo siempre parece mejorar su funcionamiento, como si de golpe hubiera rejuvenecido.
Si la refrigeración es por líquido, igualmente deberemos comprobar los niveles, en este caso con el motor en frío. Si nuestro motor está refrigerado por aire, no tendremos por qué preocuparnos.
Por último, una vez revisado el estado de toda la parte eléctrica, como son las luces, los intermitentes y el avisador acústico, ya sólo nos queda vestirnos de forma apropiada, arrancar el motor, y disfrutar de la carretera.

 

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